Tengo miedo ¡Sí! Miedo a esta soledad
con portafolios y sobretodo con aspecto de oficinista
prematuramente envejecido,
con los dedos curvos de aporrear el teclado,
con aspecto de cansado y dispuesta a quedarse en mí.
Tengo frío...
y cada vez me parezco más a esta antigua amiga,
que se refleja en el espejo, que siempre me mira...
esa callada joven triste que enmudece, se esconde
y cuando doy vuelta, huye.
No te vayas soledad, ¡Quédate!
Tengo miedo a caminar por la vida cuando te vas.
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