Muchos años pasaron, desde mis intentos de escritora, la vida me fue dando sorpresas algunas gratas, otras no tanto.
Algunas muy dolorosas y tristes como la pérdida de personas amadas, mi abuela, mi gran amor de adolescencia que no murió pero igualmente ya no estaba.
Jóvenes destruidos por una reorganizacion innecesaria, en un país ciego que salía a la calle a gritar los triunfos de la selección argentina y se negaba a enterarse de los vuelos de la muerte, de los campos de concentración, de las madres que marchaban alrededor de la plaza.
Así el corazón, se fue encalleciendo, las manos endureciendo y la mirada se fue dulcificando, intentando entender el sin sentido de la vida.
Desarraigada de la tierra, que me vio crecer, ausente de mis afectos y de mis amigos vuelo nuevamente en ideas sueltas que se desprenden en las próximas entradas.
Algunas muy dolorosas y tristes como la pérdida de personas amadas, mi abuela, mi gran amor de adolescencia que no murió pero igualmente ya no estaba.
Jóvenes destruidos por una reorganizacion innecesaria, en un país ciego que salía a la calle a gritar los triunfos de la selección argentina y se negaba a enterarse de los vuelos de la muerte, de los campos de concentración, de las madres que marchaban alrededor de la plaza.
Así el corazón, se fue encalleciendo, las manos endureciendo y la mirada se fue dulcificando, intentando entender el sin sentido de la vida.
Desarraigada de la tierra, que me vio crecer, ausente de mis afectos y de mis amigos vuelo nuevamente en ideas sueltas que se desprenden en las próximas entradas.
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