me siento nómada, con un bastón dudoso,
la sangre trepa las paredes
y un escalofrío corta mis venas.
Desde que te llevaron, sin cansancio
estoy buscando el rastro,
la calle me trae otras historias,
pero no silencian mi lamento.
¿Dónde estás?
Soy una vagabunda,
que busca hogar eternamente;
desde que desapareciste...
en la vana erosión del escenario,
donde los seres debaten y destruyen.
Hasta creo que me volví pagana
cuando salgo de la iglesia;
mi fe, se derrumba entre lágrimas.
¡Señor! ¡Entrégame a mi hijo!
¡Un vértigo! Mi cabeza se desgaja
y tu corona se llena de sangre.
Yo he tallado en la madera, Jesús,
tu callado sufrimiento, tu dolor,
una íntima congoja me empujaba.
¡Voy a buscar a mi hijo!
Tus llagas no cicatrizan
Y mi delirio va hacia el campanario.
¿Dónde estás hijo mío?
¿En qué sepulcro anónimo
donde nadie se arrodilla?
¡Perdóname Señor!
No sé consolarte...
Por este horror y esta barbarie.
Soy una vagabunda,
que busca hogar eternamente;
desde que desapareciste...
en la vana erosión del escenario,
donde los seres debaten y destruyen.
Hasta creo que me volví pagana
cuando salgo de la iglesia;
mi fe, se derrumba entre lágrimas.
¡Señor! ¡Entrégame a mi hijo!
¡Un vértigo! Mi cabeza se desgaja
y tu corona se llena de sangre.
Yo he tallado en la madera, Jesús,
tu callado sufrimiento, tu dolor,
una íntima congoja me empujaba.
¡Voy a buscar a mi hijo!
Tus llagas no cicatrizan
Y mi delirio va hacia el campanario.
¿Dónde estás hijo mío?
¿En qué sepulcro anónimo
donde nadie se arrodilla?
¡Perdóname Señor!
No sé consolarte...
Por este horror y esta barbarie.
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